Es público y notorio que el grupito de enchufados que
usurpan el poder ha robado descaradamente. Sus fortunas son descomunales, sus
propiedades innumerables, sus familiares estudian o dilapidan sus fortunas en
países lejanos. Esto está suficientemente demostrado y la justicia llegará más temprano
que tarde. Pero este no es el motivo central de mi reflexión. Ellos han robado
mucho más que dinero.
Se robaron las instituciones llevándose por delante a la
Constitución, y con ellas se robaron todas las iniciativas que no provengan de sus
mentes maquiavélicas.
Nos robaron el voto, el elemento más visible de una
democracia. Cuando somos mayoría, nos roban el derecho a que nuestros
representantes ejecuten nuestro mandato. Como ya es obvio que perdieron esa
mayoría, no nos permiten ejercer de nuevo ese sagrado derecho.
Han robado los alimentos del pueblo. Las madres, los
abuelos, los niños que todos hemos visto hurgando y a veces comiendo
directamente de la basura, lo hacen porque les robaron la comida. Los niños y
los ancianos que han muerto de hambre podrían estar vivos si no hubiesen sido
víctimas de este robo.
Se robaron las medicinas y los insumos médicos. Cada bolívar
y cada dólar robado pudieron ser invertidos en medicamentos, en insumos y
equipos médicos. Por el contrario, este robo ha causado la muerte o el
sufrimiento extremo de cientos de miles de venezolanos que hubieran podido
celebrar las navidades y hoy ven enlutados sus hogares.
Nos robaron la justicia y en consecuencia le robaron la vida
y la libertad a decenas de miles de venezolanos, porque la pobreza genera
delincuencia. Los delincuentes de la calle nos roban y matan impunemente, y los
delincuentes de toga y birrete nos roban la libertad, y se dedican a perseguir las
ideas y no a los ladrones y a los asesinos, ellos incluidos.
Le robaron la dignidad a una gran cantidad de venezolanos,
incluyendo uniformados, que se han arrodillado y son capaces de hacer cualquier
cosa que se les diga para poder sobrevivir en unos casos, o llenarse las
alforjas en otros.
Nos robaron el gentilicio venezolano, con sus virtudes y
defectos, pero siempre apuntando a lo positivo. Hoy somos representados por
personajes que nos deshonran a nivel mundial.
Nos han robado el ejercicio de la libertad y en algunos
casos la libertad misma a quienes se han doblegado. No podemos salir a la calle
sin precauciones extremas, no podemos transitar libremente por el territorio
nacional, no podemos viajar a menos que hagamos grandes sacrificios, no podemos
disponer libremente de nuestro dinero y de nuestras propiedades, no podemos
expresarnos libremente sin riesgo a ser perseguidos.
Nos han robado el derecho a tener una familia unida, ya que nuestros
hijos y nuestros seres queridos se están viendo obligados a huir en busca de un destino incierto, pero seguramente
mejor que el que les depara nuestro país.
Nos han robado el tiempo, nuestro recurso vital, el cual
tenemos que malgastar en colas, en trámites, o en el ocio de quien no tiene
forma de invertirlo en actividades productivas o de esparcimiento.
Le han robado la alegría a la mayoría de nuestros niños,
quienes hoy tienen que ocuparse de ver que comen o de que no los secuestren o
maten.
En fin, han robado mucho más que el dinero que hoy acumulan.
El conjunto de robos mencionados conforman delitos de lesa humanidad y por eso
no van a permitir que les arrebatemos por las buenas el bien más preciado que han
robado, que no es el otro que el poder.
¿Es tan difícil entender esto?