Un compromiso con la institución familiar
Celebrar nuestras bodas de oro matrimoniales, más que un hito significativo, es un regalo. Nos invita a recapitular cincuenta años de vida compartida, dentro de los valores tradicionales de esa maravillosa institución llamada «familia». No existe un matrimonio que se pueda calificar de perfecto. La unión de un hombre y una mujer significa que dos seres que son diferentes, tanto en el aspecto físico como emocional, deciden compartir el mismo espacio y, en gran medida, el mismo tiempo. Las diferencias naturales conducen a distintas formas de percibir el mundo y afrontar las situaciones del día a día y aquí entra en juego el respeto y la tolerancia. Sin ellas, las diferencias podrían ser insalvables.
Este momento especial nos lleva a reflexionar sobre el papel crucial que la familia ha jugado en nuestras vidas y a expresar nuestra preocupación por las crecientes amenazas que enfrentan los valores que ella representa.
La familia es la piedra angular de la sociedad. Desde tiempos inmemoriales, ha sido la institución que ha brindado amor, apoyo emocional y valores esenciales a las generaciones futuras. La familia proporciona un ambiente seguro y amoroso donde los hijos pueden crecer, desarrollarse y aprender valores fundamentales, como la sana convivencia, el respeto, la honestidad, la solidaridad, la responsabilidad y el cuidado mutuo, entre otros. Es en la familia donde se inculcan los principios morales y éticos que moldearán el comportamiento de los individuos a lo largo de sus vidas.
Sin embargo, en la actualidad nos enfrentamos a crecientes amenazas a esos valores tradicionales y a la esencia misma de la familia. Una de ellas, la ideología de género, ha ganado terreno, incluso en el ámbito legal, y ha cuestionado la importancia de los roles tradicionales en la familia. Esta ideología busca disolver las distinciones naturales entre hombre y mujer y ha dado lugar a una confusión sobre la identidad de género y los roles en la sociedad. Si bien abogamos por el respeto y la igualdad de derechos para todos, creemos firmemente que la familia se basa en la complementariedad de roles y la armonía entre el hombre y la mujer.
Otra forma de atentar en contra de la familia es la tendencia a inducir a niños a cuestionar prematuramente su género, como se está haciendo incluso sin el permiso de los padres. Hacerlo, puede presentar riesgos significativos para su desarrollo psicológico y emocional. La identidad de género es un aspecto complejo y personal de la identidad de un individuo. Presionar a los niños a cuestionar o cambiar su género antes de que puedan comprender plenamente estas cuestiones podría generar, y de hecho han generado en muchos de ellos, consecuencias negativas irreversibles.
Otra amenaza que nos preocupa está representada por movimientos que ponen en riesgo la vida misma, como el aborto y la eutanasia. Creemos que toda vida humana tiene un valor intrínseco y debe ser protegida desde su concepción hasta su fin natural. Estos movimientos que propician la interrupción de la vida van en contra de nuestra naturaleza como seres humanos, cuyo propósito es propiciar el desarrollo de la especie y proteger la vida en todas sus etapas.
En este momento crucial de la historia, es fundamental para nosotros reivindicar con firmeza los valores familiares que nos han sostenido durante estos cincuenta años de vida en común. Por eso, abogamos por el respeto a los roles tradicionales en la familia y la preservación de la institución familiar como piedra angular de la sociedad.
Promover la educación y la conciencia sobre la importancia de la familia es esencial para contrarrestar las amenazas que enfrentamos. Debemos fomentar un diálogo abierto y respetuoso sobre estos temas, buscando siempre el bien común y el desarrollo integral de cada individuo, especialmente de los niños, y de la sociedad en su conjunto.
En nuestras bodas de oro matrimoniales, miramos hacia atrás con gratitud por el amor y los valores tradicionales
que nos han sostenido como familia. También miramos hacia adelante con
preocupación, pero también con esperanza y determinación para proteger y
preservar esos valores en una sociedad que enfrenta desafíos sin precedentes.
La familia
es el cimiento de nuestra humanidad y debemos unirnos para defenderla y
fortalecerla en beneficio de las generaciones futuras. Que nuestra celebración
sea un llamado a la acción para proteger la esencia misma de la raza humana y
garantizar un futuro en el que los valores familiares sigan siendo el corazón
de nuestra sociedad.