Mi voto sólo tiene el precio que le fije mi conciencia. Sin
embargo, él tiene que competir con votos que son canjeados por motos, por
pensiones, por cédulas, por electrodomésticos, por amenazas.
Mi voto solicitó la revocatoria de aquel que traicionó a su
uniforme y a su patria, y se ganó con eso un puesto en la ignominiosa lista que
aún discrimina a millones de compatriotas que cometimos el delito de seguir un
camino que nos brinda la también pobre y sufrida Constitución.
Mi voto sirvió para rechazar de plano el llamado socialismo que
propugnan los esbirros y, de forma fraudulenta, me impusieron por otras vías lo
que mi voto les negó.
Mi voto ayudó a conformar una mayoría indiscutible para la
Asamblea Nacional y ellos, a través de sus operadores electorales, nos robaron esa
mayoría. No contentos con eso, y en la mejor tradición de ¿cuánto vale un juez?,
se han dedicado a ponerle precio a los traidores cuya conciencia se mide en términos
de dinero, o de prebendas.
Mi voto sirvió para elegir a María Corina y ellos la han
humillado, la han golpeado, y la despojaron de la representación que le otorgó el
sector de los ciudadanos que ellos no reconocen. Hoy esa representación la
ostenta un joven que decidió seguir el ya trillado camino de la traición,
mientras nuestra digna y valiente Diputada nos sigue representando en escenarios
distintos al que le otorgamos. Asumo que es la próxima en la lista.
Mi voto sirvió para elegir y reelegir a Antonio, y ellos lo
despojaron de forma inconstitucional de la mayoría de sus atribuciones, del
presupuesto que le corresponde, y hoy acudieron al ya conocido método de
secuestrarlo para luego inventarle delitos que sólo existen en la mente estratégica
de los titiriteros cubanos que gobiernan al usurpador que dice gobernarnos.
Mi voto ha tenido la intención, siempre, de que nos permitan
vivir en democracia y en libertad con responsabilidad. Sin embargo, muchos que
piensan igual, hoy ya no están con nosotros, o sufren los rigores de la prisión,
de la tortura, del exilio.
Mi voto, a pesar de todo lo que ha sufrido, es codiciado por
muchos, pero él sólo quiere representar en estos difíciles momentos, no a una persona,
sino a un sentimiento de unidad que nos conduzca a la transición que propugna
el maravilloso documento que hoy es considerado como prueba de conspiración. De
ser así, confieso ante todos que mi voto es conspirador.
Mi voto no es sólo mi voto. Es mi rostro, es mi nombre, es mi
número de cédula, es mi firma, es mi sangre, y a pesar de haber sido tan vapuleado
seguirá siendo todo eso. Venezuela, el futuro de nuestros hijos y nietos, bien
vale un voto. Llegará el día en que mi voto volverá a recuperar su dignidad, no
importa si forma parte de la mayoría o de la minoría, porque de eso se trata la
Democracia.
Gustavo, mi voto, como el tuyo, también se ha sentido traicionado, humillado, devaluado, pero mi voto, a pesar de los poderes genuflexos ante el régimen, seguirá presente para intentar reivindicar la Patria, herencia de las generaciones que nos siguen, a quienes les quisiera legar paz, libertad, democracia y sobre todo, una forma de vida que los realice como personas y ciudadanos debien
ResponderEliminarExtraordinario escrito Gustavo. Gracias por recoger y compartir el sentimiento de MUCHOS !!!
ResponderEliminarExcelente Sr. Gustavo, me siente sumamente identificada con todo lo escrito por usted
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