Publicado el 31 de julio de 2024
¡Estoy alucinando! Y no lo digo como figura retórica: lo digo desde la admiración absoluta. Lo que ha hecho María Corina Machado con esta gesta ciudadana traspasa los límites de lo imaginable.
Como gerente y consultor he vivido, más de una vez, lo difícil que puede ser alinear a un pequeño equipo para lograr una meta. A veces funciona, otras no. Pero María Corina logró algo que deja en pañales cualquier caso empresarial: movilizó a cerca de un millón de venezolanos, cada uno con responsabilidades claras, para mostrarle al mundo una verdad que ya no puede esconderse.
Sí, se dice rápido… pero esto es historia viva. Cientos de miles de personas actuaron con valentía, muchas arriesgando su vida, para que hoy podamos ver, desde cada rincón del país, un resultado que no admite discusión: el pueblo eligió, y eligió con fuerza.
Quienes conocemos Venezuela sabemos lo que significa moverse dentro del país. Los obstáculos no son solo geográficos: son políticos, militares, económicos. Aun así, las actas llegaron desde los sitios más remotos, atravesando caminos, controles y amenazas. Todo eso bajo una certeza que nunca se debe subestimar: el régimen está dispuesto a matar para ocultar la verdad.
Y sin embargo, la verdad salió a la luz.
Desde mi perspectiva profesional, puedo decir sin reservas que María Corina acaba de redefinir los conceptos de liderazgo y equipos de alto desempeño. Esta experiencia no solo merece ser documentada, sino estudiada por los grandes pensadores gerenciales del mundo. Es un hito de organización, propósito y ejecución colectiva.
Con esta acción, ya le quitó a Maduro una de sus armas más efectivas: la mentira. Lo único que le queda es la violencia, y esa herramienta también empieza a tambalearse.
Solo falta una escena final: que alguien entre a Miraflores y le ponga las esposas.
Pero no le toca a ella.
Eso —y lo sabemos— le tocará a otro.
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