Publicado el 29 de agosto de 2024
La tragedia venezolana ha cruzado un punto de no retorno.
Mientras el pueblo sigue resistiendo en las calles, un régimen ilegítimo se burla de millones, parapetado tras un TSJ que no es más que una extensión de su voluntad.
¿Hasta cuándo vamos a seguir pidiendo lo que nunca van a entregar?
Las actas que prueban el triunfo del pueblo están secuestradas, manipuladas, enterradas bajo mentiras, amenazas y represión.
El régimen no las publicará jamás, porque hacerlo sería reconocer su derrota, su ilegitimidad, su terror ante una nación que ya gritó ¡basta!
No es tiempo de seguir rogando lo imposible.
La paciencia se agotó.
No podemos seguir siendo espectadores pasivos de una farsa grotesca que se burla del derecho, la ética y la dignidad.
Ya tenemos las pruebas en nuestras manos.
La oposición ha mostrado más del 80% de las actas.
El mundo no necesita ver más.
Lo que necesita es escuchar con claridad el clamor de un pueblo que fue traicionado.
Es hora de decisiones.
De valentía, no de diplomacia vacía.
De exigir lo que sí es posible: el fin inmediato de esta dictadura.
Mientras cientos de venezolanos arriesgan su libertad —y su vida— por mostrar la verdad, la comunidad internacional no puede seguir pidiendo actas que jamás llegarán.
Tiene que reconocer a Edmundo González como el legítimo vencedor y actuar en consecuencia.
Porque si el miedo y la pasividad siguen dominando, la dictadura se afianzará.
Pero si se actúa ahora, con determinación y coherencia, Venezuela puede ser libre otra vez.
No más excusas.
No más silencios.
Es ahora.
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