miércoles, 7 de mayo de 2025

El poder de los votos de los que no votaron

Publicado el 26 de agosto de 2024

En Venezuela no hubo fraude electoral. Hubo un golpe de Estado contra la voluntad popular.

El régimen intentó —una vez más— manipular el proceso, pero se encontró con una estrategia ciudadana impecable que le quitó las herramientas del engaño. Al verse descubierto, optaron por lo único que les queda: la fuerza.

Y para justificar ese golpe, montaron un teatro bufo que ni los suyos logran sostener con convicción.

Hoy quiero enfocar la atención en una de las facetas más silenciadas del fraude fallido:

la exclusión deliberada de millones de venezolanos del derecho al voto.

Y, sin embargo, los que sí pudieron votar le dieron una paliza histórica al régimen.

El CNE —sin mostrar una sola acta— adjudicó 6.408.844 votos al dictador.

Pero incluso si esa cifra fuera creíble (y no lo es), habría sido superada únicamente por los venezolanos que fuimos impedidos de votar.

Dentro del país, entre 1.5 y 2 millones de ciudadanos no pudieron ejercer su derecho por razones como:

Cierre de centros de votación.

Traslados arbitrarios de electores.

Restricciones al registro de nuevos votantes.

Presión directa a empleados públicos y beneficiarios de programas sociales.

En el exterior, la exclusión fue aún más brutal:

Más de 6 millones de venezolanos quedamos fuera del proceso.

Todo esto viola la legislación electoral vigente, que establece que basta con presentar la cédula (incluso vencida) para registrarse o cambiar de centro de votación.

Pero a los venezolanos en el extranjero se les exigió un certificado de residencia permanente y pasaporte vigente —ambos requisitos ilegales— y, para colmo, sin acceso real a consulados.

La cuenta es clara:

Solo con los votos de los excluidos, más de 7.5 millones, se superan con amplitud los votos mágicamente adjudicados al dictador.

Esto demuestra que el verdadero fraude no fue solo en el conteo, sino en la exclusión masiva y sistemática del padrón electoral.

Un secuestro planificado de la voluntad popular.

Es urgente que la comunidad internacional y los organismos de derechos humanos reconozcan esta verdad:

la soberanía del pueblo venezolano fue violada, no solo con mentiras, sino también con omisiones.

Y los responsables no son políticos.

Son criminales.


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