Publicado el 9 de septiembre de 2024
Hoy Venezuela se encuentra en medio de una partida de ajedrez global, donde las piezas no se mueven al azar y cada jugada tiene una intención precisa. Esta no es solo una lucha política: es una confrontación entre el bien y el mal.
Y como todo en el ajedrez, entender el tablero completo es esencial antes de juzgar los movimientos.
En esta partida, Edmundo González es el rey de las piezas blancas.
Su papel puede parecer pasivo, incluso limitado, pero su valor es estratégico: es el símbolo de la victoria posible.
Su traslado a España no es una huida, sino una jugada defensiva calculada.
En el ajedrez, el rey se protege, no se lanza al ataque.
Su misión es resistir, mantenerse en pie, para que la partida pueda ganarse.
María Corina Machado, en cambio, es la reina blanca: la pieza más poderosa del juego.
Se desplaza con agilidad, protege al rey, desequilibra al adversario.
Su liderazgo, su visión y su capacidad de adaptación la convierten en el eje de una ofensiva inteligente y constante.
Cada movimiento suyo abre caminos.
Cada aparición suya es una amenaza para el tablero oscuro del régimen.
El mal juega con las piezas negras.
Su rey está debilitado, aislado, expuesto.
Los peones, que representan el apoyo popular, han desertado.
Algunas piezas mayores incluso han cruzado al otro lado del tablero, dejando al régimen más solo que nunca.
Pero el adversario no juega limpio.
Hace trampas, ignora las reglas, soborna árbitros.
Y lo más preocupante: algunos jueces del tablero —la comunidad internacional— guardan silencio o actúan con tibieza.
Algunos denuncian las irregularidades; otros miran hacia otro lado.
Pero el tiempo, ese gran juez, sigue corriendo a favor del bien.
La partida tiene una fecha límite: 10 de enero de 2025.
Las piezas negras intentan resistir con jugadas sucias, pero la ventaja estratégica está del lado de la justicia.
Quedan movimientos por hacer, y cada pieza, grande o pequeña, tiene un rol decisivo.
No es momento de rendirse ni de desconfiar del tablero.
Como en el ajedrez, cuando todo parece perdido, una jugada maestra puede dar vuelta a la historia.
La clave está en mantener la posición, jugar con inteligencia y no dejarse arrastrar por el miedo ni la impaciencia.
La victoria está cerca.
Porque, en este tablero, el bien no juega solo: juega con la verdad, con la dignidad y con la esperanza.
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