miércoles, 7 de mayo de 2025

¿Guerra civil? No. Crimen de lesa humanidad

Publicado el 10 de agosto de 2024

La situación en Venezuela es grave, pero no confusa. El propio dictador lo dijo en febrero:

«¡Y vamos a ganar, por las buenas o por las malas!»

Y diez días antes de las elecciones, amenazó con un baño de sangre si su victoria no era “garantizada”. No hace falta interpretar nada. Fue una advertencia pública y deliberada.

El 28 de julio, Edmundo González ganó, con pruebas legales en mano, por un margen de 2 a 1. Y podría haber sido 3 a 1 si los millones de venezolanos en el exterior hubiésemos podido votar.

Frente a esto, figuras como Celso Amorín (asesor de Lula) y Gustavo Petro han expresado su “temor” de que una guerra civil pueda estallar en Venezuela.

Pero hay que decirlo sin rodeos: eso no es cierto.

Una guerra civil supone dos bandos armados enfrentándose. En Venezuela, solo el régimen tiene las armas.

Además de su poder militar interno, cuenta con mercenarios y apoyo de fuerzas extranjeras, principalmente cubanas.

La oposición, por el contrario, ha sido coherente en su llamado a la paz, al respeto del resultado electoral y a la movilización cívica. ¿Dónde está entonces el otro bando armado?

No hay dos Venezuela enfrentadas. No hay polarización real.

Lo que hay es un pueblo unido exigiendo cambio, y una cúpula armada negada a ceder el poder.

Lo que ocurre no es una guerra civil en camino, es un crimen de lesa humanidad en desarrollo.

Y al plantear la idea de un “conflicto entre bandos”, Petro y Amorín están distorsionando la verdad, suavizando el crimen y dándole excusas al opresor.

Lo que necesitamos no es confusión ni discursos ambiguos.

Necesitamos que el mundo actúe, que se detenga el genocidio en marcha y se reconozca la lucha pacífica del pueblo venezolano.

Esto no es una guerra.

Es una resistencia civil frente a una dictadura armada.

Y la historia no será indulgente con quienes hoy eligen mirar hacia otro lado.


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